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ISSN 1989-4163

NUMERO 108 - DICIEMBRE 2019

 

Coronado

Jesús Zomeño

Autor: Ignacio del Valle. Editorial Edhasa, 2019

REFLEXIONES Y EL AMPARO DE MUCHAS CITAS

Leí en un libro que remontarse a la Edad Media no es solo empezar a hablarnos de “vos” los unos a los otros, sino que la mente también debería retrotraerse a la de aquella época. Supongo que para afrontar la lectura de CORONADO, no hay que apuntarse a una ONG que equilibre nuestra conciencia, sino afrontar la lectura desde la perspectiva y la mente de la época.

CORONADO es un libro rigurosamente documentado, analiza el mundo desde una perspectiva de la época y es una propuesta honesta.
Según Aristóteles: “La historia cuenta lo que sucedió; la poesía lo que debía suceder”; sin embargo, ocurre ahora con demasiada frecuencia que los historiadores son poetas (estudian lo que debiera haber pasado y no pasó), y que los políticos son historiadores (nos explican lo que según ellos sucedió).
Vivimos en la era de la posverdad. Según la RAE, posverdad es la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión publica y en actitudes sociales” y añade la RAE: “Los demagogos son maestros de la posverdad”
Vivimos la postverdad, la simplificación del slogan, la dictadura de lo políticamente correcto, nos falsean la información, la historia.
Alguien proclamará: ¡NO ES CIERTO, LA VERDAD ES NUESTRA, PORQUE TENEMOS ACCESO A INTERNET!  Pero eso es una falacia: Internet no nos hace más libres, más informados, más críticos; no, a internet le han aplicado un algoritmo por el cual se atiende a nuestras debilidades y la información que nos llega está filtrada por ese algoritmo y solo nos llega la más cómoda para nosotros, la que refuerza nuestras convicciones y –ojo- nos radicaliza.
Si pulsas dos veces “Memoria Histórica” te llegaran cientos de artículos sobre fosas comunes y represalias del bando nacional; si pulsas dos veces “Paracuellos” en lo sucesivo te llegarán solo noticias de las represalias republicanas, las checas y las “tomatinas” (dejar a un muerto en la cuneta para que la gente vaya a visitarlo). Internet, en definitiva, nos acomoda en lo que ya creemos –o queremos creer- y nos lo refuerza.

Pero mejor que dejemos estas asperezas y no hablemos más de frivolidad, demagogia y manipulación; y volvamos al amparo de las citas:
Según Bertrand Russell: “La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable”; por eso decía Oscar Wilde que “El único deber que tenemos con la historia es rescribirla”, lo cual es sencillo, según Jean Paul Sartre  ya que “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo”
Por eso, este libro es una rareza. CORONADO es la crónica de una expedición que arrancó en 1542 y recorrió el sur de Estados Unidos en busca de una ciudad cubierta de oro, una ciudad llamada Cíbola y de cuya existencia hablaban los indios.
Es una obra con minuciosos detalles que nos transportan a aquella época, pero en su contexto y con la mentalidad de entonces. Y eso no es casualidad, su autor, Ignacio del Valle, tardó tres años en escribirla y estudió con profundidad las Crónicas de Indias de la Biblioteca Nacional.
Por tanto, no van a encontrar ustedes una fantasía romántica, este libro no trata del romance de los supuestos rizos azabache de la hija de Moztezuma enamorando a un Hernán Cortes; tampoco trata este libro de unos indios que en 1542 leen poesía en voz alta, mientras contemplan la puesta de sol y luego se levantan y luchan por la libertad, la democracia, la igualdad de las mujeres y contra el fascismo de Donald Trump.
No, este libro no trata de la posverdad, mucho menos de lo que debiera haber ocurrido, sino de lo que realmente ocurrió y por eso digo que CORONADO es un libro bien documentado y riguroso.

Vuelvo a echar mano de las citas según Camilo José Cela: “Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen”.
En este caso, la historia de Coronado y de aquella expedición está contada por un fraile franciscano, un hombre que evidentemente padece la historia. Franciscano y por tanto humilde, no dogmático ni puritano, con una sólida educación en Salamanca, compasivo, humano y pecador. Son los ojos de un hombre corriente pero culto, sin ínfulas ni ambiciones, por tanto se trata de un testigo objetivo de aquello que sucedió.
Para comprender la expedición, el libro describe como arranca:
“Trescientos hombres a caballo, setenta de a pie y casi mil indios amigos... entre los indios distinguí tarascos, adoradores del pequeño colibrí verde, que no habían sido vencidos por los mexicas; también sus primos los fieros chichimecas, que bebían la sangre de sus enemigos y se perforaban la nariz con huesos humanos; los propios mexicas con sus petos de algodón recubiertos de sal y espadas de madera con filo obsidiana; tlaxcaltecas, algún otomí, huastecas con sus frentes moldeadas en forma de pendientes desde la infancia y sus historias personales tatuadas en el cuerpo....”
Pero si quieren hacerse una idea del conjunto, atiendan a la descripción que sigue:
“Cientos de carneros, puercos, un mar blanco de ovejas, acémilas de carga, mulas, caballos de refresco, negros esclavos, indios de guerra y servidores, artesanos de muchos oficios, varias soldaderas, mujeres valientes que acompañaban a sus maridos e hijos...”
Con todos estos soldados, indios, mujeres, niños y animales arranca la historia y nuestro fraile franciscano, que cuenta la historia.

No pretende contar lo que debiera haber pasado, sino lo que pasó; no cuenta lo que habríamos hecho nosotros, sino lo que pudieron hacer ellos.
Goethe dijo: “Los pecados escriben la historia, el bien es silencioso”; quizá por eso el libro comienza así:
 “Fuimos a aquellas tierras por nuestros pecados. Y por nuestros pecados he de recordarlo todo, la manera del suelo, si aspero o llano, los árboles y las plantas, las piedras y los metales.... la calidad de los hombres, si muchos o pocos.... porque la memoria es un arquitecto constante, que se hace y se rehace, un puro cuento que se cuenta a sí mismo, múltiple y deslizante”
No hay triunfalismo, sino esfuerzo y sacrificio en aquellos hombres, con sus errores y sus ambiciones, con sus sueños y sus fracasos, hicieron un viaje baldío que definió el norte de lo que en lo sucesivo sería el Imperio.

 

 

 


 

 

Coronado 

 

 

 
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